Lección 48: No hay nada que temer.
Esta afirmación es muy poderosa: te recuerda Quién Eres. Cuando sabes Quién Eres, cuando sabes que eres UNO con Dios, no temes; cuando crees ser un cuerpo, un ser separado del Amor, temes. Ese temor sólo desaparece cuando aceptas tu verdadera Identidad.
En ti se encuentra la llave de tu libertad, puedes soltar todo miedo, todo sufrimiento, todo recuerdo pasado, y entregarte a la verdad de Quién Eres, al Yo Soy, a ser consciente de que nada hay separado de ti. No hay nada que temer cuando elevas tus pensamientos a lo que en verdad Eres porque, entonces, reconoces las ilusiones como lo que son y, amorosamente, las llevas a ese lugar de tu mente donde solo hay Amor, para que el Amor las corrija y así puedas verlas a través de la Luz de la Verdad.
No temas lo que no es verdad, lo ilusorio no te puede hacer nada, y todos tus pensamientos errados, los pensamientos que te hacen creer ser un ser separado, son ilusorios, parecen reales pero no lo son.
El mundo de las apariencias deja paso a la Realidad en el momento en que sabes que no hay nada que temer porque, entonces, te es fácil llevar a cabo tu función de perdonar (no dar valor a) tus pensamientos errados, tus ilusiones.
Cuando las ilusiones del ego dejan de verse como reales, cuando dejas de dar importancia a lo que no es verdad, las ilusiones dejan de tener poder sobre ti y desaparecen. Sólo queda la Verdad del Amor. Es por eso tan importante que aceptes tu verdadera Identidad y que vivas alineado con Quién en verdad Eres porque sólo el Ser que se conoce a sí mismo no se deja engañar por el ego, sólo el Ser que se conoce a sí mismo no teme.
No hay nada que temer cuando estamos en el Amor, nos sabemos protegidos, cuidados, amados. Nos comportamos como niños muy pequeños que se saben amados y que no temen a sus semejantes porque todo es parte de ellos. Desconocen lo que es la separación.
El miedo no existe si estás convencido de que todo eres tú. No hay miedo porque no hay culpa y no hay culpa porque sabes que nunca te separaste del Amor.
Todo es tan simple que a veces creemos que no puede ser así, pero la duda es del ego, no tuya. La duda y la confianza no pueden coexistir. Si confías en el Amor no puedes dudar del Amor. Desarrolla tu confianza y la duda desaparecerá de tu mente para que se aloje en ella sólo la certeza de que Eres el Hijo de Dios.
"Deja que Él sea el Juez de lo que Eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. Cristo no puede dudar de Sí Mismo. La Voz que habla por Dios tan sólo puede honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpa, al no estar ahora dispuesto a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo. Así es como Él te juzga. Acepta Su palabra con respecto a lo que Eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad.
¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel que conoce la Gloria del Padre y la del Hijo? ¿Podría acaso oír los susurros del ego? ¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? Deja asimismo que sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la Verdad.
Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida. Te dará la visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran. Seleccionará los elementos en ellos que representan la Verdad e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles. Y desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro e infalible, reinterpretará todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte. Y verás el Amor más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y sólo la bendición del Cielo sobre el mundo. Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo. En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. Así es como verás la santa faz de Cristo en todo y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios." UCDM
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