Lección 14: Dios no creó un mundo sin significado.
Como has aprendido hasta ahora, un mundo sin significado es aquel donde das valor a tu sueño pasado y dejas de lado lo que sí es real. Ves ilusiones y crees que lo que estás percibiendo es real, pero no lo es. Dios sólo creó lo real, lo que nos negamos a ver por escoger ver las ilusiones, y las escogemos a ellas porque nosotros mismos las hemos inventado, y todo lo que es propio (aunque sea ilusorio) tiene valor para nosotros. Es, por tanto, prioritario, darnos cuenta de que las ilusiones no tienen valor porque no existen, Dios no las creó. Las ilusiones son cosa del ego, recurrimos a ese sueño, que nos imaginamos que sí sucedió, para no mirar la Realidad de Dios. Repetimos nuestros errores a cada momento cuando elegimos las ilusiones en vez de la Verdad y el Espíritu Santo/Jesús nos anima a soltarlos, a detener nuestra mente y a considerar que todo este mundo de horror, que consideramos real, no lo es.
El sueño al que recurrimos y que proyectamos como nuestra “realidad”, se basa en algo que se mantiene en lo profundo de nuestra memoria (nuestra verdadera Realidad). Hemos tomado fragmentos de ese recuerdo y los hemos transformado en lo que queríamos que fuera, dándoles un cuerpo que consideramos “físico”, para poder ver una realidad acorde a lo que creemos ser. Seres separados, que no podemos unirnos a no ser que sea “físicamente”. Eso quiere decir que, de lo que Dios creó, de los fragmentos de la Realidad que tomamos, hemos imaginado un mundo sin Él, totalmente distinto a lo que Dios creó. Totalmente distinto al Amor perfecto. Repetimos: el mundo que percibimos es imaginado, no es real.
Si quizás eres de los que sueñan por la noche, podrás concordar con nosotros que a veces tus sueños son bastante “extraños”, es normal, porque tomas fragmentos de lo que recuerdas de tu vida “real” y los transformas en algo acorde con lo que quieres ver en el sueño. Esos sueños te están diciendo que eso es lo que estás haciendo con lo que crees es tu “realidad”. El Espíritu Santo/Jesús utiliza múltiples maneras para recordarte que estás soñando y que puedes elegir estar en paz, puedes elegir Su sueño y soñar un mundo que te haga sentir únicamente dicha y felicidad.
El ego quiere que únicamente sientas miedo. Si no tuvieras miedo, mirarías de frente a las ilusiones, y sonreirías para tus adentros porque tu fe estaría en Dios. Sabrías que Dios no creó eso. De eso se trata, de que desarrolles tu confianza en el Amor, en lo que sí es real, para que cuando se te presente ante ti cualquier ilusión que te lleve a sentir miedo la reconozcas como lo que es y no le des valor.
Este mundo, al ser ilusorio, no te muestra lo que en verdad Eres, lo que Dios creó. Al fijar tu mirada en las apariencias, en las ilusiones, estás constantemente sintiendo miedo, un vacío en tu interior. Ese sentimiento no es real, lo haces real al creer en las ilusiones. Por eso trabajamos continuamente con ese miedo, para erradicarlo.
En esta lección, por ejemplo, aún sabiendo que todo lo que percibes no es real, vas a trabajar con lo que te provoca más miedo y rechazo. Empezamos con lo más difícil para que así te sea más fácil ver de otra manera los cuerpos que consideras que no sufren y que están razonablemente “bien”. Recuerda que todo lo que percibes es ilusorio porque Dios no creó un mundo de cuerpos separados. Su mundo es espiritual no físico.
Primero observas los horrores del mundo, aceptando que nada de eso puede ser real puesto que Dios no los creó, no creó el hambre, la pobreza, el odio, el sufrimiento, las enfermedades, los accidentes, la muerte, etc. Todo eso fue inventado por ti, es tu sueño de separación. Es así de terrible porque el ego necesita mantener presente en tu mente ese miedo a Dios porque, mientras lo hagas, no te darás cuenta de que eso que estás viendo no puede ser real. Pero si nunca te separaste de Dios no tienes motivos para tener miedo, estás en Él ¿Cómo podrías tener miedo?
Hasta ahora has querido tapar las ilusiones con más ilusiones, por ejemplo has visto enfermedad en un cuerpo y has querido sanarlo con medicamentos. Estabas en un error. Necesitas ver la debilidad como algo irreal para poder ver la Realidad, ¿Cómo te liberas de la enfermedad? Reconociendo que no existe, que Dios no la creó. ¿Cómo te liberas de todos tus miedos? Reconociendo que Dios no los creó. ¡Tu mente sana cuando niegas el error! Pero si alimentas el error éste sólo crece.
Has creído que el Hijo de Dios puede sufrir, que puede ser débil y que puede morir, lo has crucificado una y otra vez. Te has crucificado una y otra vez porque tú Eres el Hijo de Dios. Para el ego, la crucifixión es el símbolo de la proyección. El ego quiere ver al Hijo de Dios crucificado, quiere verlo sufrir una y otra vez porque mientras percibas sufrimiento tendrás miedo, seguirás creyendo que te separaste de Dios.
Cada vez que dices sí al ego, a lo que proyecta, estás crucificándote. Estás dando valor a esas ilusiones donde te ves débil y mortal. El Espíritu Santo/Jesús te recuerda que eso no es posible justamente porque tú Eres el Hijo de Dios. Todo lo que percibes es tu Ser y, por lo tanto, nada puede sufrir, nada puede perecer. Lo que percibes no es tu Ser, tú no eres un cuerpo, los cuerpos que percibes no son tu Ser. ¡Tu Ser es Espíritu! Todo lo que existe Es tu Ser porque no hay separación en tu Ser.
Puedes superar la cruz recordando que Dios te creó a Su Imagen y Semejanza, y si Dios es perfección, Su Hijo también es perfección y que, por lo tanto, lo que ves en el mundo no puede ser real. Para el Espíritu Santo/Jesús el propósito del mundo es su resurrección, es negar lo que Dios no creó. Ése fue el mensaje de Jesús en la cruz, ¡Podemos superar la cruz negando lo que no es verdad! Éso es el perdón.
Creer en las ilusiones que te muestran debilidad, dolor, sufrimiento, enfermedad, muerte es creer que el Hijo de Dios es mortal, es igualarlo a lo que crees ser como ego, y, cada vez que lo haces, olvidas un poco más que tú Eres el Hijo de Dios.
Hoy miras los horrores del mundo con un sólo propósito, el de recordar que eso Dios no lo creó, percibas lo que percibas, te mantienes firme porque no quieres seguir crucificando al Hijo de Dios, lo que tú Eres cuando estás libre de tus ensoñaciones, ésa es tu meta, y hacia allí te encaminas, hacia tu libertad. Hoy el Hijo de Dios experimenta la resurrección, pasa por alto lo que Dios no creó para dar valor únicamente a lo que sí creó. Aprendes a tener muy en cuenta que cualquier cosa que percibas que no esté alineada con el Amor Perfecto no es verdad.
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