LA MENTE DE CRISTO 

Capítulo 3 

La Mente que estaba en Cristo una conciencia sin juicio sin miedo y sin separación. 

"Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús" Filipenses 2:5 

¿Qué clase de mente habitaba en Cristo? ¿Qué manera de pensar sostenía sus actos, su silencio, su pasión, su autoridad serena sobre las leyes visibles? El Cristo no operaba desde un pensamiento humano mejorado, no era una versión elevada del ego, era una conciencia completamente nueva, limpia, sin conflicto, sin fragmentación, sin sombra. Una conciencia pura, total, invulnerable, que sabía con certeza inquebrantable que todo estaba Unido al Principio. Una conciencia que no juzgaba, no temía y no se sentía separada de Dios. 

La mente que estaba en Cristo no era reactiva, no oscilaba entre la duda y la fe. Entre el amor y la culpa. Entre el deseo y el rechazo. Era estable, era clara y por eso era poderosa. Y esa mente, lejos de ser un privilegio de Jesús, es la verdadera mente del alma despierta. Está en ti ahora, como semilla, y está esperando ser cultivada, ser llamada, ser recordada. Cuando piensas con esa mente no hay juicio, porque el juicio nace de la dualidad. Solo el que se cree separado juzga, juzga lo que parece ser otro, juzga su historia, su apariencia, su conducta. Pero la mente Crística no ve separación, ve Unidad, ve propósito, ve lo que Dios ve y por eso no necesita condenar, porque ya ha comprendido. 

Cuando piensas con esa mente no hay miedo, porque el miedo solo vive donde hay amenaza y la amenaza solo existe para quien se siente separado. Pero cuando sabes que nada puede tocar tu realidad espiritual, cuando sabes que el Espíritu es tu escudo y tu sustancia, cuando sabes que el bien es la única ley que gobierna tu existencia, el miedo se convierte en un eco distante, y finalmente, en silencio. Y  cuando piensas con esa mente no hay sensación de carencia, porque la mente Crística no calcula, no acumula, no compara, simplemente fluye con la Voluntad Divina, reconociendo que TODO está contenido en el ahora y que todo lo que se requiere llegará por la vía correcta, en el momento perfecto, no porque se lo haya ganado, sino porque vive en alineación.

La mente que estaba en Cristo era también una mente obediente. No obediente por sumisión, sino por comunión. No hacía lo que el ego deseaba sino lo que el Espíritu mostraba, y por eso era libre, porque la verdadera libertad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que Dios quiere. Porque se ha descubierto que Su Voluntad es puro Amor. Tú puedes vivir con esa mente, no es necesario retirarte del mundo, ni hacer voto de silencio, ni renunciar a tus relaciones. Solo debes rendirte al Amor y permitir que tus pensamientos ya no sean dictados por el pasado, ni por el miedo, ni por la costumbre, sino por la Verdad.

Haz una pausa. Cierra los ojos y di en lo profundo de tu Ser: 

"Que la mente que estaba en Cristo Jesús sea también la mente que gobierne mi vida. No quiero pensar desde la separación, quiero ver con los ojos del Espíritu, pensar como piensa Dios, sentir como siente el Cristo, actuar desde la Unidad"

Y luego escucha, no con los oídos, sino con el alma, porque esa oración, cuando es sincera, despierta una Presencia y esa Presencia comienza a rediseñar tus pensamientos, uno por uno, hasta que lo que antes te ofendía ya no te afecta, hasta que lo que antes temías ya no te domina, hasta que lo que antes parecía importante pierde todo poder sobre ti. Así comienza la mente del Cristo a gobernar tu Ser, no con fuerza sino con suavidad, no con lucha, sino con claridad. Y un día descubrirás, sin hacer esfuerzo, sin fanatismo, sin pretensión, que tu manera de ver ha cambiado, que tu forma de responder es distinta, que tu alma ya no vive en guerra y que lo que late en ti, no es el antiguo "yo", sino el Cristo despierto, el Espíritu en plena conciencia, la paz hecha forma, el Amor hecho pensamiento y la Verdad viviendo, por fin, a través de ti.


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