LA MENTE DE CRISTO
Capítulo 9
Sed, pues, vosotros, perfectos. El llamado a elevar la mente por encima de la contradicción humana.
"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los Cielos es perfecto" Mateo 5:48
Estas palabras de Jesús no fueron una hipérbole, ni un símbolo, ni un ideal inalcanzable para alimentar el esfuerzo humano, fueron una llamada directa y radical al alma despierta. Una instrucción que corta de raíz toda justificación para seguir pensando desde la limitación, el error o la mediocridad espiritual. Decir "sed perfectos" no era exigir lo imposible, sino recordar la verdadera naturaleza del Ser. Porque lo perfecto no se construye, se reconoce. Lo perfecto no se impone, se revela. Y lo que Jesús vino a revelar es que la perfección de Dios ya vive en ti.
Pero ¿Qué significa ser perfecto? ¿Acaso se refiere a una conducta intachable, a una moral sin mancha, a una vida sin errores? No. La perfección de la que habla el Cristo no es humana sino espiritual, no se trata de hacer todo bien sino de pensar desde lo alto, de mirar con ojos claros, de vivir desde la Unidad, de actuar desde la compasión, sin juicio. Ser perfecto es pensar con la mente de Cristo y esa mente no ve dualidad, no ve conflicto, no ve separación.
El pensamiento humano está lleno de contradicción, amamos y odiamos, confiamos y dudamos, deseamos la paz y al mismo tiempo alimentamos el miedo, queremos libertad pero defendemos nuestros límites internos. Esta es la condición de la mente dividida y es exactamente esa condición la que Jesús vino a sanar. No vino a mejorar la mente carnal, vino a reemplazarla. Vino a decirte: "deja de pensar como piensas, deja de juzgar como juzgas, deja de dividir lo indivisible y eleva tu mente al lugar de donde proviene, el Espíritu"
La perfección no es perfeccionismo, la perfección es visión espiritual, es mirar a otro y ver más allá de su forma, de su historia, de sus errores. Es mirar con el ojo limpio, el ojo que ve a Dios en todo, el ojo que no condena, el ojo que recuerda. Pero para que esa visión se establezca, debes elevarte por encima de las categorías humanas. No puedes seguir pensando en términos de bueno o malo, como lo hace el ego, debes ver lo que ocurre como parte de un orden mayor, aunque la forma te incomode. Porque si reaccionas a cada evento desde la mente humana seguirás siendo esclavo del vaivén emocional y del juicio inmediato.
La perfección comienza cuando dejas de defender tu punto de vista y empiezas a buscar la verdad del Espíritu y esa verdad no se impone. Se revela en el silencio, cuando la mente deja de debatir y simplemente dice "muéstrame cómo ver esto con tus ojos, Señor" Entonces, algo cambia. No afuera. Adentro. Y esa transformación interior reconfigura tu energía, tu percepción, tus palabras, tus decisiones. Y lo que antes parecía difícil, se vuelve claro. Lo que antes parecía doloroso, se disuelve en comprensión. Lo que antes te apartaba, te une.
Jesús no dijo "intentad ser perfectos" dijo "sedlo, porque ya lo sois en esencia". No tenéis que conquistar la perfección, solo recordarla y vivir desde ella, pensar desde ella, hablar desde ella. Y esa perfección no es orgullo es humildad profunda, porque sabes que no proviene de ti sino del Dios que vive en ti. La mente que se eleva sobre la contradicción humana ya no pregunta ¿por qué me pasa esto? sino ¿Qué verdad hay detrás de esta forma? ya no dice "no debería sentir esto" sino "Padre, purifica mi pensamiento para ver lo real" y, poco a poco, sin esfuerzo forzado, sin violencia interna, vas ascendiendo en conciencia, y cada peldaño es menos juicio, menos miedo, menos reacción y más comprensión, más Paz, más Amor. Esa es la perfección a la que se nos llama. No a vivir sin errores, sino a pensar sin separación. No a negar nuestras emociones, sino a transmutarlas en luz. No a dominar al mundo, sino a recordar que el Reino ya está en nosotros y que desde ese Reino, toda contradicción se disuelve en la paz del Uno. Entonces, podrás mirar tu vida con sus luces y sus sombras, y declarar, no desde la resignación sino desde la revelación:
"Todo es perfecto porque todo me conduce al despertar y en este instante me alineo con la mente de Cristo y desde ahí, pienso, vivo, y amo".
Eso es ser perfecto, no según los hombres, sino según el cielo.
"La Mente de Cristo. Cómo pensar con el Espíritu y no con el mundo". Por Emmet Fox.
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