LA MENTE DE CRISTO 

Capítulo 10   

El ojo sencillo. Cómo la visión espiritual purifica todo el cuerpo. 

"La lámpara del cuerpo es el ojo, así que, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará lleno de Luz" Mateo 6:22 

En esta afirmación de Jesús se encierra uno de los secretos más poderosos de toda la metafísica espiritual: La visión interior es la causa de la experiencia exterior. No se trata de los ojos físicos, ni de la percepción sensorial, se trata del ojo de la conciencia, del foco interno desde el cual se observa, se interpreta, se siente y se decide. Jesús lo llama el ojo sencillo porque es un ojo unificado, un ojo indiviso, un ojo que ya no ve dualidad, ni contradicción, ni conflicto entre lo material y lo espiritual. 

La visión humana común está dividida, ve lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo que merece amor y lo que merece castigo. Esta forma de ver condicionada por el juicio, el miedo y la memoria del pasado, es lo que genera confusión, sufrimiento y enfermedad, porque donde hay división en la percepción hay división en el cuerpo, en la mente y en la vida. El ojo múltiple, es decir, la visión que ve desde el ego, siempre lleva al cuerpo a la tensión, a la fragmentación, a la fatiga. ¿Por qué? Porque ese ojo no ve con claridad, ve desde el error, ve desde la distorsión del yo real, y lo que ve lo cree, y lo que cree lo crea. 

Jesús afirma que cuando el ojo es sencillo todo el cuerpo se llena de Luz. Esto no es una metáfora poética sino una declaración de ley universal. Si tu percepción interior se purifica, todo en tu existencia se ordena, tu cuerpo refleja la armonía de tu visión, tus órganos, tus células, tus pensamientos, tus emociones, tus relaciones, tus decisiones, todo empieza a vibrar con la misma frecuencia del Amor, porque la conciencia se ha alineado con la Verdad. 

Pero ¿Cómo se vuelve sencillo el ojo? No por esfuerzo, ni por represión, ni por ejercicios mentales compulsivos. El ojo se vuelve sencillo cuando cesa el juicio, cuando se deja de analizar desde el pasado, cuando se mira al otro no como amenaza, ni como objeto, ni como obstáculo, sino como expresión viva del mismo Espíritu. El ojo sencillo no busca culpables, no compara, no etiqueta, no reacciona desde el condicionamiento.  El ojo sencillo reconoce a Dios donde antes solo se veía forma, y al hacer eso todo lo demás se ilumina. Esta es la visión que Jesús vivía, por eso podía mirar a un leproso y ver la salud detrás de la apariencia, por eso podía ver a un cobrador de impuestos y reconocer al discípulo oculto, por eso podía mirar a una mujer adúltera y ver la dignidad intacta en su alma. Jesús no se dejaba engañar por la forma, él veía con el ojo sencillo, y por eso, sus palabras eran creaciones, sus gestos transformaciones, su sola mirada sanación. La mente carnal no puede sostener esta Visión porque el ego necesita fragmentar para sostenerse, necesita encontrar culpables, protegerse, defenderse, dividir. El ego necesita ver a otros para afirmarse a sí mismo, pero la mente Crística no tiene necesidad de afirmación porque ya se sabe Una con el Todo, y por eso, su visión es limpia, sencilla, pura, y su cuerpo lleno de luz. Luz, no como concepto, sino como Realidad viviente, Luz como claridad mental, como equilibrio emocional, como armonía corporal, como salud, como poder creador que no se impone, pero transforma. 

Una mente que ve con limpieza comienza a vivir con limpieza, y lo que antes parecía lucha se vuelve fluidez, lo que antes era oscuridad se vuelve entendimiento, y lo que antes era dolor se convierte en instrumento de despertar. No necesitas hacer de tu vida una batalla constante para mejorar tu cuerpo, tu carácter o tus resultados, necesitas ver correctamente y para ver correctamente necesitas purificar el ojo. Es decir: purificar la conciencia.

¿Y cómo se purifica la conciencia? Cambiando la interpretación, renunciando al juicio, entrando en el silencio y pidiendo al Espíritu que te enseñe a ver. El ojo sencillo no se logra por voluntad sino por rendición, y esa rendición no es debilidad sino el mayor de los poderes. Es decirle a la vida: "Muéstrame la Verdad detrás de esto" y permanecer sin reaccionar, hasta que la luz interna revele lo que siempre estuvo ahí, más allá de la apariencia. 

Cuando el ojo es sencillo, tu cuerpo responde, la tensión cede, los sistemas se ordenan, el sistema nervioso se relaja, la digestión mejora, la energía vital regresa, porque la energía que antes se perdía en la batalla interna del juicio y el conflicto ahora fluye, como río sin piedras, y ese río es salud, ese río es Paz, ese río es Vida. Por eso Jesús no dijo "trabajad por estar sanos" dijo: "Haz que tu ojo sea sencillo y todo tu cuerpo estará lleno de Luz" porque la sanación no viene de afuera, viene del cambio en la percepción y ese cambio ocurre cuando eliges ver como ve Dios. 

Cuando ya no pides justicia para ti y castigo para el otro, sino que pides Luz para ambos, cuando ya no quieres tener la razón sino ser libre, cuando ya no reaccionas desde la herida sino que respondes desde el Amor, haz de esto una práctica Viva. En cada situación, en cada encuentro, en cada pensamiento que surja, pregúntate en lo íntimo ¿estoy viendo con el ojo sencillo o con el ojo del mundo? y si es con el ojo del mundo, no te culpes, solo vuelve, vuelve a la luz, vuelve a la verdad, y declara: "Espíritu Santo purifica mi mirada, haz de mi ojo un canal de Visión Divina. Que pueda ver con claridad, sin juicio, sin miedo, sin separación". Y entonces, como quien no busca más afuera lo que ya arde dentro, descubrirás que tu cuerpo, tu mente y tu vida se vuelven claros, transparentes, llenos de luz, porque el ojo sencillo es la llave y la luz la consecuencia natural de quien ya no se mira a sí mismo como separado del Todo, sino como la misma luz reflejándose a sí misma en todas las formas. 



"La Mente de Cristo. Cómo pensar con el Espíritu y no con el mundo". Por Emmet Fox. 



Capítulo 11

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