LA MENTE DE CRISTO 

Capítulo 11  

Orar sin cesar. El pensamiento elevado como estado continuo de comunión. 

"Orad sin cesar" 1 Tesalonicenses 5:17 

Esta frase, breve como una chispa, encierra una de las verdades más profundas y radicales de la vida espiritual. No es una instrucción religiosa ni una disciplina rígida, es una descripción del estado natural del alma despierta: vivir en comunión constante con la Fuente. Cuando Pablo dijo "orad sin cesar" no hablaba de repetir fórmulas ininterrumpidamente, ni de pasar el día con las manos juntas o los ojos cerrados. Hablaba de algo mucho más esencial, más profundo, más transformador: convertir el pensamiento elevado en un estado permanente, hacer de la conciencia elevada una habitación donde el alma habita, y no una visita ocasional, durante momentos de necesidad. 

Orar sin cesar es vivir desde la mente Crística, es pensar con Dios, sentir con Dios, hablar y actuar desde el alineamiento perfecto con el Espíritu. No es es algo que se hace, es algo que se ES. El error común ha sido reducir la oración a un acto separado del resto de la vida, un momento especial, una acción puntual, una súplica dirigida a un Dios lejano que tal vez escuche, o no. Pero eso no es oración, eso es una expresión de necesidad, y si bien hay compasión en el Espíritu para quienes claman desde el dolor, el llamado del alma madura es mucho más alto. No es pedir, es vivir en unión. 

Orar sin cesar significa que cada pensamiento, cada palabra, cada acción, se vuelve una extensión de la Mente Divina, ya no hay necesidad de horarios, de posturas, de recintos especiales, porque la verdadera oración ocurre en el templo de la conciencia, y ese templo no cierra, ese templo eres tú. Cuando vives en ese estado de comunión continua, todo se vuelve sagrado, lavar los platos, hablar con un desconocido, tomar una decisión laboral, todo es parte de tu liturgia, todo es altar, todo es encuentro. 

El pensamiento elevado, que es el lenguaje del alma, comienza a sustituir al pensamiento reactivo. Ya no vives desde la mente que compara, teme, recuerda heridas o anticipa amenazas, sino desde una conciencia centrada, amorosa, clara, agradecida. Y eso, eso es oración viva, eso es orar sin cesar. No se trata de repetir palabras, sino de habitar una frecuencia, una vibración, un tono interno que no se apaga porque se ha vuelto tu nueva Identidad. Entonces incluso cuando parece que no estás orando, lo estás haciendo, cuando sonríes con sinceridad estás orando, cuando eliges no juzgar, estás orando, cuando decides confiar en lugar de controlar, estás orando, cuando actúas con compasión, aunque no te lo pidan, estás orando. Porque tu alma está unida al Todo y todo en ti es una expresión de esa Unión. La mente del mundo no puede sostener este estado, se cansa, se distrae, se fragmenta, porque no ha sido entrenada. Pero la mente Crística, la mente entrenada por el Espíritu, puede permanecer en esta comunión sin esfuerzo, porque no depende de la voluntad, sino de la rendición y quién se ha rendido al Amor vive en oración, aunque no diga una sola palabra. Esto no significa que ya no se necesiten momentos de recogimiento, de silencio, de contemplación profunda, todo eso sigue siendo útil, pero ya no se vive como una excepción, sino como la continuación natural de un estado interno constante. 

Jesús vivía en oración continua no porque estuviera siempre de rodillas sino porque pensaba solo con Dios. Actuaba solo desde la inspiración divina. No decía nada que no viera al Padre decir. No hacía nada que no naciera desde su Unión con la Fuente. Esa es la oración que transforma. No es la oración que pide, es la oración que expresa la conciencia de que ya está hecho y ese estado de fe, de certeza, de claridad interior, tiene efectos concretos: Tu cuerpo se relaja, tu energía vital se estabiliza, tus relaciones se armonizan, tu entorno responde a tu vibración, no porque estés repitiendo frases, sino porque te has convertido en oración viva, un campo de energía donde Dios se reconoce a sí mismo. Esta es la verdadera Mística, no es misterio, no es privilegio de unos pocos, es el camino natural del alma cuando se libera del ego. 

Haz lo tuyo, comienza por momentos breves, cuando te levantes, cuando te bañes, cuando camines, cuando trabajes, di en lo secreto de tu corazón:

"Estoy orando, no porque esté pidiendo, sino porque estoy Unido. Cada pensamiento mío es Tu Pensamiento, cada respiración mía es Tu Aliento, yo y Tú en este instante somos Uno"

Y luego permanece. No te esfuerces. Solo recuerda. Y cada vez que te olvides, vuelve con dulzura, con fe, con humildad, porque orar sin cesar no es una meta es una memoria, una memoria viva de tu verdadera Identidad, un pensamiento eterno en la mente de Dios que ahora ha recordado cómo hablar, cómo mirar, cómo vivir desde lo alto, y desde allí, todo en ti se vuelve oración, sin palabras, sin esfuerzo, sin cesar. 


"La Mente de Cristo. Cómo pensar con el Espíritu y no con el mundo". Por Emmet Fox. 



Capítulo 12

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