LA MENTE DE CRISTO  

Capítulo 12  

Jesús y la ley mental. Cómo las enseñanzas del Maestro revelan los Principios eternos. 

Desde tiempos antiguos, la humanidad ha buscado comprender cómo funciona el Universo. Cómo se mueve la energía invisible que parece conectar pensamiento, palabra y experiencia. En diversas culturas y tradiciones se ha intuido la existencia de leyes invisibles que rigen lo que ocurre en lo visible. Principios que no se ven, pero que actúan con precisión matemática. Lo que Jesús vino a enseñar y a demostrar con su vida es que esos Principios no solo existen, sino que están a la alcance de todos. No son secretos reservados para sabios, ni privilegios de Santos, son Leyes Universales y el alma que las comprende y se alinea con ellas, transforma su realidad.

Jesús no fue un predicador de teorías, ni un formulador de dogmas, fue un revelador de la ley espiritual. Su poder no provenía de magia, ni de privilegio divino exclusivo, sino de su comprensión profunda de la Mente Divina y su perfecta aplicación de las Leyes que la rigen. Cada parábola, cada sanación, cada respuesta suya ante una dificultad, revela no solo compasión y sabiduría sino una comprensión impecable de la ley mental y ¿Qué es la ley mental? Es el Principio que dice "todo lo que piensas con convicción, sientes con profundidad, y sostienes con fe, tiende a manifestarse en el plano visible" En palabras más sencillas, la mente crea, el pensamiento moldea. Y lo que se mantiene en la conciencia toma forma. Esto no es una idea moderna, es lo que Jesús enseñó desde el principio, aunque no lo llamara con nombres técnicos. Cada vez que decía "hágase conforme a tu fe" estaba mostrando que no es Dios quien decide a quién se le concede, sino la conciencia del individuo la que permite o impide la expresión del bien. Cuando sanaba no decía "yo te sano" en términos personales, decía "tu fe te ha salvado" Cuando enseñaba a orar, no pedía súplicas prolongadas, ni sacrificios. Enseñaba: "cree que ya lo has recibido y lo obtendrás" Cuando hablaba del Reino decía que ya estaba dentro de vosotros, ¿no es esto acaso una afirmación directa de que la conciencia es el campo donde se decide la realidad? Que el cambio no empieza afuera, sino adentro. Que el cielo no es un lugar futuro. sino un estado mental presente. 

Quien estudia con ojos abiertos las enseñanzas del Maestro ve que en ellas no hay contradicción, ni oscuridad, ni arbitrariedad. Hay ley, precisión, claridad,  y esa ley es mental y espiritual a la vez. Mental porque trabaja con el pensamiento, la atención, la palabra, la imagen interior. Espiritual porque su fuente es el Bien absoluto, el Uno, el Amor perfecto que no puede contradecirse a sí mismo. Jesús comprendía esta ley como quien no necesita probarla, porque la vive. Por eso no temía la tempestad, hablaba con autoridad, no temía la muerte, sabía que era una forma, no temía la escasez, sabía que la sustancia del universo responde al pensamiento guiado por la fe. Y lo más asombroso es que nunca dijo que este poder fuera exclusivo suyo, al contrario, dijo "el que cree en mí las obras que yo hago él también las hará y aún mayores" Eso no puede ser entendido desde la mente religiosa, solo se comprende desde la conciencia de Ley, que lo que el manifestó fue el resultado de alinearse completamente con el Principio y quien se alinea con ese mismo Principio cosecha sus frutos, tal como Jesús lo hizo. 

Esto nos lleva a una conclusión poderosa: La vida no es azar, es reflejo. Reflejo de la mente, reflejo del sentimiento profundo, reflejo de la idea sostenida en silencio. No es que a veces funciona, funciona siempre. Lo que cambia es el nivel de claridad con el que se piensa, se siente y se cree. Por eso Jesús hablaba tanto de "tener oídos para oír", "de limpiar lo de adentro del vaso", "de no dudar en el corazón" porque el alma puede orar con los labios, pero si la mente sigue alimentando el miedo, la duda o la contradicción, bloquea el fluir de la Ley. 

¿Quieres ver cómo actúa esta Ley? 

Mira cualquier vida, no desde el juicio, sino desde la observación. Verás que todo lo que se ha sostenido firmemente en la mente de una persona tarde o temprano se manifiesta. A veces para bien, otras veces con dolor, pero siempre con fidelidad a la Ley. Esto no es castigo, es justicia perfecta, porque el Universo no responde al deseo superficial, responde al pensamiento sentido, a la emoción constante, a la vibración habitual. Y eso es exactamente lo que Jesús enseñaba cuando decía: "de la abundancia del corazón habla la boca" y también: "por sus frutos los conoceréis" Toda persona es el fruto visible de su siembra mental, y toda transformación empieza no con acción externa, sino con el cambio en la forma de pensar

Una nueva forma de pensar produce un nuevo mundo y ésa es la invitación constante del Maestro, no solo creer en él, sino pensar como él. Elevar la mente por encima de la ilusión, ver más allá de las apariencias, recordar que todo lo que vemos es solo una imagen transitoria proyectada desde una conciencia más profunda. Jesús vino a recordarte que no estás a merced de las circunstancias, estás unido a una Ley viva y esa Ley responde con precisión al contenido de tu mente. Por eso no basta con admirar a Jesús, hay que estudiar sus palabras como claves, aplicar sus enseñanzas como fórmulas, entrenar la mente para que se convierta en campo fértil del Reino, no a través del esfuerzo ciego, sino del alineamiento con el Principio y, entonces, lo que parecía milagro, será lo natural y lo que parecía inalcanzable, se volverá cotidiano, porque la Ley no hace acepción de personas, solo responde a la mente, y la mente cuando piensa como Cristo se vuelve UNA con el poder que sostiene el universo. 



"La Mente de Cristo. Cómo pensar con el Espíritu y no con el mundo". Por Emmet Fox. 



Capítulo 13

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