LA MENTE DE CRISTO 

Capítulo 8

La Voluntad de Dios no es resignación es alineación perfecta con el bien. 

"Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo" Mateo 6:10 

Durante siglos, la frase "sea hecha tu Voluntad" ha sido pronunciada por millones de labios. Ha sido repetida en oraciones, funerales, templos, camas de hospital, momentos de desesperanza y abandono. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esa frase ha sido entendida no como una afirmación de Unidad Espiritual, sino como una resignación fatalista, como si la Voluntad de Dios fuera un misterio oscuro, impredecible, a veces misericordioso, a veces cruel, como si rendirse a ella implicara perder, sufrir o conformarse. Pero esa interpretación es completamente ajena a la Conciencia de Cristo.

Para quien piensa con la mente del mundo, la Voluntad de Dios es una amenaza velada, un destino que debe aceptarse con miedo y sumisión; pero para quién piensa con la mente Crística, la Voluntad de Dios es el bien absoluto, no a veces, no si te portas bien, no si oras lo suficiente. Siempre. Inmutable. Perfecto. La Voluntad de Dios es que vivas, que ames, que crezcas, que florezcas, que recuerdes Quién Eres. La Voluntad de Dios es tu Plenitud, tu Paz, tu Alegría. No hay voluntad secreta que se oponga a tu felicidad verdadera, porque tu dicha no es algo separado de Su Plan, es parte de él.

Jesús no se sometía a una fuerza que lo limitara, él se alineaba con el Principio. Sabía que la Voluntad del Padre era también su voluntad y por eso podía declarar: "yo y el Padre Uno Somos" No había conflicto, no había separación, y por tanto, su vida fluía con Poder, con Paz y con Propósito. No porque no hubiera desafíos, sino porque su mente no se oponía al bien

La mente del mundo lucha con la Voluntad de Dios, la resiste, la sospecha, le teme pero solo porque no la conoce, porque ha proyectado sobre Dios los atributos de los hombres: Capricho, castigo, favoritismo, imprevisibilidad, y esa imagen distorsionada del Creador ha sido la causa de incontables sufrimientos innecesarios. 

La mente espiritual en cambio no se resigna, se alinea, sabe que si hay conflicto no está en Dios sino en su interpretación, y por eso busca volver al centro, volver al silencio y decir, no con resignación sino con devoción: 

"Hágase tu Voluntad porque Confío en tu bondad" 

Esta alineación no apaga el deseo, sino que lo purifica. No mata la voluntad personal sino que la eleva. Ya no deseas desde la carencia, sino desde la inspiración. Ya no decides desde la urgencia, sino desde la Sabiduría. Ya no actúas para forzar, sino para expresar. Así vivía Jesús, así piensan quienes recuerdan su Origen Divino y así comienzas a vivir tú, cuando dejas de ver la Voluntad de Dios como una imposición y comienzas a verla como el río en el que tu alma puede descansar. 

¿Significa esto que todo lo que ocurre en el mundo es Su Voluntad? No, significa que Su Voluntad está disponible. Pero no siempre es aceptada, porque Dios no impone, invita. Y nosotros, con cada pensamiento, con cada creencia, con cada decisión, elegimos si fluir con Su Voluntad o seguir por la senda de la mente separada.

Cuando eliges alinearte no renuncias a tu poder, lo recuperas, porque en la alineación tu pensamiento se vuelve claro, tus emociones se apaciguan, tu cuerpo se armoniza, y tu vida comienza a reflejar un orden superior. Entonces comprendes que lo que llamabas "mi voluntad" era solo una mezcla de miedo, deseo condicionado y reacción; y que lo que ahora llamas Voluntad de Dios no es otra cosa que tu verdadera voluntad, la que nace de tu "Yo" más alto, la que siempre ha querido lo mejor para ti, aún cuando tú no lo sabías. Por eso, cuando ores, no lo hagas como quien entrega el timón con miedo, sino como quien lo suelta con confianza. 

Di con el corazón tranquilo:

 "Padre hágase Tu Voluntad porque yo sé que Tu Voluntad es el Bien y yo acepto el Bien, lo recibo y lo comparto" 

Y luego, camina, no como quien espera a ver si algo ocurre, sino como quien ya sabe que el Bien está en camino porque la mente ha sido alineada y donde hay alineación no puede haber otra cosa que milagro. 


"La Mente de Cristo. Cómo pensar con el Espíritu y no con el mundo". Por Emmet Fox. 


Capítulo 9

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