LA MENTE DE CRISTO
Capítulo 6
Arrepentíos. El cambio de mente que transforma el mundo.
"Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y a decir: arrepentíos porque el Reino de los Cielos se ha acercado" Mateo 4:17
Pocas palabras han sido tan malinterpretadas, tergiversadas y cargadas de miedo como esta: Arrepentíos. En la mente popular se asocia con culpa, castigo, llanto y condenación. Se nos ha enseñado que arrepentirse es avergonzarse, sentirse indigno, inclinar la cabeza bajo el peso de nuestros errores y temer al juicio divino. Pero Jesús nunca utilizó esta palabra como una amenaza, no era un llamado a la culpa, era una invitación al cambio, un cambio radical, profundo, liberador. Un llamado, no a sufrir por el pasado, sino a soltar el pensamiento viejo para dar paso a una visión nueva.
La palabra griega que se traduce como arrepentíos es metanoia, que significa literalmente cambiar de mente, es decir, salir de una forma de pensar y entrar en otra completamente distinta. No se trata de emoción, sino de conciencia, no es un acto momentáneo de remordimiento, sino una transformación silenciosa y poderosa de la estructura interna desde la cual experimentamos la vida.
Cuando Jesús decía "arrepentíos porque el Reino de los Cielos se ha acercado" estaba diciendo: "Cambiad vuestra manera de pensar porque la Realidad Divina ya está aquí, lista para ser vista, sentida y vivida" No estaba prometiendo un futuro lejano, sino anunciando una posibilidad inmediata, que el Reino ya está presente. Pero requiere otra mente para ser reconocido, y esa otra mente es la mente Crística, la que ve Unidad donde antes había separación, la que ve Propósito, donde antes había caos, la que ve luz en medio de lo que parecía oscuridad.
Arrepentirse no es llorar, es despertar, despertar del sueño del ego, despertar de la ilusión de la culpa y del castigo, despertar de la idea falsa de que estamos separados de Dios. Es salir del pensamiento condicionado por el mundo y entrar en el pensamiento iluminado por el Espíritu. Esta transformación no es instantánea, pero es irreversible. Una vez que el alma ha saboreado la luz del Pensamiento Divino, ya no puede conformarse con vivir en la sombra del pensamiento humano y este cambio, aunque invisible a los ojos del mundo, transforma todo.
Cuando cambias tu mente, tu cuerpo comienza a reflejar salud. Cuando cambias tu mente, tus relaciones se reordenan en armonía. Cuando cambias tu mente, tu sustento se libera de la ansiedad y fluye con paz. Cuando cambias tu mente, el mundo cambia, porque tú has cambiado. La mayoría de las personas desean cambiar sus circunstancias, pero siguen pensando con las mismas ideas de siempre: Quieren sanar, pero piensan en enfermedad, quieren abundancia, pero piensan en carencia, quieren paz, pero piensan en juicio, y eso no funciona, porque todo cambio real comienza por dentro.
Jesús no vino a modificar las condiciones externas, no vino a reformar la política, ni a mejorar las instituciones. Vino a revelar una nueva manera de pensar. Y esa nueva mente crea un nuevo mundo, un mundo donde no hay enemigos, solo hermanos que han olvidado su origen, un mundo donde no hay castigo, solo consecuencias de pensamientos equivocados que pueden ser corregidos al volver a la Verdad. Y esa Verdad es esta: Tú eres UNO con Dios, siempre lo has sido y siempre lo serás. Solo necesitas recordarlo y pensar desde ahí. Ese es el arrepentimiento que Jesús predicaba, no llorar por el pecado, sino soltar la creencia de que eres un pecador, no condenarte por lo que hiciste, sino liberarte al reconocer Quién Eres realmente.
El alma que se arrepiente, en el sentido verdadero de la palabra, no vive en vergüenza, vive en claridad, vive en humildad, no como humillación, sino como apertura a una verdad más alta, una verdad que dice: "No soy mi pasado, no soy mi error, Soy un Hijo de Dios y el Reino está en mi ahora", y cuando esa idea se instala en el corazón, todo el universo comienza a responder, no con castigos, sino con bendiciones, no con temor, sino con gozo. El arrepentimiento verdadero no te encierra, te libera. No te baja la cabeza, te endereza la columna del alma. No te aparta de Dios, te devuelve a casa y esa casa es tu conciencia, tu forma de ver, tu forma de sentir, tu forma de pensar. Por eso, si algo en tu vida parece estancado, no luches con la forma, cambia la mente, piensa desde la luz, rinde tus pensamientos viejos y di con voz firme y suave:
"Me arrepiento, no porque sea malo, sino porque ya no quiero pensar como antes. Ya no deseo ver desde el miedo, elijo ver con los ojos de Cristo, y desde ahora, mi mente será un templo donde solo habita la Verdad"
Y entonces, sin esfuerzo aparente, sin violencia, sin lucha, verás cómo el mundo se transforma, porque tú ya no eres el mismo, has cambiado tu mente, y al hacerlo, has permitido que el Reino descienda, no como algo nuevo, sino como lo que siempre estuvo ahí, esperando tu regreso.
"La Mente de Cristo. Cómo pensar con el Espíritu y no con el mundo". Por Emmet Fox.
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