“El Maestro permite que las cosas sucedan.Da forma a los acontecimientos a medida que se presentan.Se hace a un ladoy deja que el Tao hable por sí mismo”.- Tao Te Ching
Como escribió Lao Tse: “Cuando llegues a la no acción, nada quedará sin hacer”. La no acción es, sencillamente, dejar que las cosas sucedan.
Este mensaje que sigue lo encontramos "casualmente" en Youtube, consideramos que vale la pena dedicarle unos minutos. Si prefieres escucharlo, haz click aquí. ¡Que lo disfrutes!
"Amados amigos, ¡Yo Soy Jeshua!
Hoy vengo a compartiros un mensaje que me gustaría que sintierais muy dentro de vuestro corazón, un mensaje que se resume en lo siguiente: «Deja que las cosas pasen.»
A primera vista, «dejar que las cosas pasen» puede parecer pasivo e incluso conformista, pero en realidad encierra un profundo llamamiento a la confianza, la rendición sagrada y el reconocimiento de la Fuerza Divina que actúa en cada instante de la vida. Quiero explayarme para que veáis con claridad cómo esta enseñanza puede transformar vuestra manera de sentir, de vivir y de experimentar la Presencia de Dios en Todo.
«Dejar que las cosas pasen» implica entregarse al Flujo Divino, pero no se trata de una renuncia derrotista. La Entrega de la que os hablo es un acto de total confianza y rendición amorosa. Es como un susurro interior que declara: «Padre/Madre, estoy dispuesto a fluir en tu Corriente, confío en tu Sabiduría y en tu Cuidado.» En el mundo, muchas veces se os enseña a luchar, a forzar, a competir, haciéndoos creer que el esfuerzo y el control es lo que garantiza los resultados. Pero yo os sugiero que disolváis toda tensión proveniente del ego, a soltar la obsesión por dominar cada detalle de vuestra realidad. Cuando os liberáis de esa carga, emergen la serenidad y la claridad que provienen de la Comunión con el Ser Superior.
Dejar que las cosas pasen no significa cruzarse de brazos y abandonar la responsabilidad, sino permitir amorosamente que la Vida que corre a través de vosotros acontezca, reconociéndola como sagrada y perfecta en su esencia.
Cuando os digo que dejéis que las cosas pasen, también os estoy recordando la gran importancia de vivir en el ahora, pues es solo en el presente donde podéis experimentar la Gracia, el Amor y la Guía Divina. Aceptar la vida tal como se presenta no implica que tengáis que resignaros, sino reconocer que cada situación, por desafiante que parezca, conlleva un Propósito. Ese Propósito puede ser de aprendizaje, de sanación o de liberación. En vez de rechazar lo que está ocurriendo, acogedlo con mansedumbre y preguntaos en vuestro interior: «¿Qué mensaje o lección hay aquí para mí?»
Estar presentes os brinda la oportunidad de sentir mi Presencia y la de Padre/Madre en cada instante. Ahí, en el silencio y la calma interna, encontraréis la fe necesaria para avanzar paso a paso, sin anticipar un futuro que aún no existe ni aferraros a un pasado que ya se fue.
Amados míos, «dejar que las cosas pasen» exige el desapego de los resultados que anhela vuestra mente.
Yo conozco vuestros sueños y las visiones que albergáis en el corazón. Sin embargo, cuando os apegáis a un resultado específico, os cerráis a la posibilidad de un bien mayor o diferente, que tal vez vuestros ojos humanos no alcanzan a ver en ese preciso momento. Muchas veces, la vida os conduce por senderos inesperados para llevaros a aprendizajes o experiencias que os preparan para vuestra verdadera misión. Si os aferráis y os resistís a esos cambios, sufrís. En cambio, al soltar, permitís que la Sabiduría Divina os guíe a lugares donde vuestra alma realmente florecerá. Al desapegaros, sentís un alivio profundo. Vuestras cargas se hacen más livianas y descubrís que la alegría interior no depende de que las cosas sucedan tal y como vuestra mente lo planeó, sino de permitir que el Amor se exprese en vuestro día a día.
La enseñanza de «dejar que las cosas pasen» está estrechamente ligada a la Fe, ese preciado don que reside en vuestro interior. La Fe no es ciega ni ingenua: es la Certeza de que Dios sostiene todos los procesos y que nada escapa a Su Abrazo Amoroso. Os pido que confiéis incluso cuando el panorama sea incierto. Yo estuve en esa condición humana y sentí las dudas y los temores propios de la encarnación; sin embargo, siempre me aferré a la convicción de que la Luz de Padre/Madre me conducía, aunque yo fuera incapaz de ver el recorrido completo de inmediato.
«Dejar que las cosas pasen» requiere coraje. Coraje de deshacerse de los mecanismos de defensa, de aceptar que no lo controláis todo, se trata de decir «¡sí!» a la Voluntad Divina aun sin conocer todos los detalles. Ese es el valor de la Fe verdadera.
Muchos os preguntaréis cómo se puede conciliar la acción con dejar que las cosas pasen y si uno no debe esforzarse a fin de lograr sus metas; y la respuesta no está en la inacción total, sino en hallar el equilibrio. Cuando sintáis el impulso en vuestro interior, cuando la vida os muestre una puerta abierta o un llamamiento a servir, responded con decisión y alegría. Y hacedlo desde la certeza interior, no desde la prisa ni la ansiedad. Cuando el alma os pida quietud, cuando percibáis que no es el momento de forzar las cosas, aceptad esa pausa con serenidad, ya que ese es el espacio silencioso donde se renovará vuestra energía, se afinarán vuestras percepciones y se os otorgará la claridad para dar el siguiente paso. En este fluir rítmico —entre acción y descanso— hallaréis la melodía de vuestra vida, y os daréis cuenta de que, en realidad, la vida misma actúa a través de vosotros, y no sois vosotros quienes debéis sostenerla a la fuerza.
Al «dejar que las cosas pasen» os conectáis con la libertad de vuestro Ser. Ya no vivís a merced de miedos, apegos y resistencias. En vez de eso, empezáis a experimentar una liviandad interior, como si os quitarais un gran peso de encima. Cuando soltáis la constante necesidad de que todo se ajuste a vuestro ego, dejáis de luchar contra la realidad. Surgirán desafíos, claro que sí, pero un espíritu sereno afronta cada reto con confianza, sin desgastarse en luchas inútiles. Al no depender de condiciones externas para estar en paz, descubrís una serenidad que nace de vuestro interior, y ese estado de armonía se convierte en el fundamento de relaciones más sanas, un servicio más genuino y una expresión de amor constante.
«Dejar que las cosas pasen» es una invitación a vivir en sintonía con la confianza, el desapego, la aceptación y el amor. Os impulsa a trascender el miedo y la ansiedad, recordándoos que, en lo más íntimo de vuestro ser, reside una conexión inquebrantable con lo Divino. Esa conexión os permite entregaros a la vida sin perder la responsabilidad ni la capacidad de acción, sino más bien ejerciéndolas desde un espacio de serenidad, humildad y apertura. En la práctica cotidiana, eso se traduce en gestos simples pero significativos como deteneros un instante antes de reaccionar, inhalar hondamente cuando el estrés intenta atraparos, contemplar las situaciones con una mirada benévola y confiar en que, pase lo que pase, siempre hay un propósito más alto.
De esa manera, aprendéis a vivir con una fe cada vez más sólida, permitiendo que la Luz interior se expanda y os transforme, a vosotros y a vuestro entorno.
Con todo mi amor,
JESHUA
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